Arrebatos perrunos (diferencias de opinión) Parte 1 de 2 Sam.can.services (una microempresa con servicios integrales MSR) (a small business with integrated services)

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ARREBATOS PERRUNOS
(Diferencias de opinión perruna).

(Texto escrito la madrugada del iniciado, templado y primaveral domingo 19-Feb-2012. Publicado la mañana del lunes 20-Feb-2012, donde las diferencias de opinión -y seguramente algo más, se desatarán).

Hace unos minutos, - precedidos y transcurridos éstos por el clásico insomnio de resolver la planeación, pago y recompra con mis proveedores, cuando el dinero fluye pero otros lo detienen, una vez más tuve el agrado de escuchar al respetable escritor Francisco Martín Moreno, entrevistado por un periodista de Baja California, pero cuya retransmisión fue emitida por Radio Red en el programa del buen William Yarmes, estación que, precisamente, por diferencias de opinión entre ellos mismos, dejé de escuchar hace unos años, limitándome sólo a programas muy específicos de algunos de sus integrantes.

Debo primero precisar que aún no leo absolutamente ningún libro de Francisco M.M., pero que prometo hacerlo, tal vez hasta el próximo año, uno a uno de sus III tomos más recientes y un poco de su literatura previa.

También admito que coincido en un gran porcentaje con él pero aclaro que en este país, el adoptar una coincidencia ó una diferencia de opinión con alguien les vuelve a muchos “mexican fanatics” una interpretación radical y bizarra de enemistad, odio, envidia y posiciones no precisamente sexuales sino adversas conforme a la limitada lectura de ese gran porcentaje de la sociedad de nuestro país, aún deseosa de “echarse y desquitar” la despensa que le regalaron ó su falta de lectura mínima, pero incapaz de tener la iniciativa de escuchar, leer, investigar, cotejar y constatar lo que oye limitadamente y proveniente de muchas bocas, de lo que ya no podríamos decir ó llamarle “información”, sino distorsión total de la misma, punto que en lugar de enfurecerme me entristece.

Aquí en México es: si estamos de acuerdo, “vente manita, manita” y si discrepamos “chinga tu madre culey”. Los primeros, en su clásica bolita envalentonada, típica del que se siente bien "machín" rodeado de sus compas, pero bien “putín” (no me refiero al ruso, aunque sus preferencias lo delatan) cuando anda solo.

Así que mejor no doy cuerda a esta radicalidad, aunque ojalá algún día Francisco pueda compartirme parte de su experiencia para soportar todas las adversidades que él ha soportado para salir avante ante una “élite” literaria mexicana también discriminatoria de muchas otras personas que nos esforzamos por transmitir lo mucho ó poco que queremos expresar, bien o mal escrito, producto de mucha lectura, investigación, conversaciones, comprobaciones y demás, y con plena responsabilidad de saber que no sólo “es que dice…”, ”es que lo escuché de…”, sino también “lo leí” y “lo constaté”. En el mejor de los casos, “lo viví y lo comprobé”.

Desde hace unos años, aún cuando nunca he leído a Francisco, sí lo he seguido en sus comentarios muy atinados, incluso desde antes de que le abrieran las puertas las televisoras (un tanto más los de Azteca, según he observado) y las radiodifusoras. Y precisamente por diferencias de opinión ó criticones escritores que se creen los “tlatoani” de la literatura mexicana, y que ven en él a un “sublevado” y obsceno” escritor, quizás más por envidia que por un comparativo de la calidad literaria y de investigación histórica.

No estoy para defenderlo pero, si Francisco es lo que dicen que es ó lo que dijeron que era, entonces lo que este perro ha escrito está más que prosaico, infame, perverso sexual, degenerado, esquizoide, paranoico, transgredido, enfermizo, cuaco semental provocador de multiorgasmias femininas adolescentes, jóvenes, adultas, divorciadas, casadas, viudas, insatisfechas, similares y conexas, así como todos los similares y conexos que deben, creen ó quieran adjuntarle como adjetivos a los ya citados.

Respeto mucho a Francisco porque, al igual que al Sr. –Monsiváis, nunca he leído un libro completo de ambos, lo cual no me apena decirlo.

A ambos los he revisado en algunos textos publicados. Textos más bien relativos a crónicas, que son donde he puesto mayor atención.
Con ambos me he topado en las librerías. Al Sr. Monsiváis, por ahí del 2007 quizás 2008, con mi novia, en la librería del FCC (es Fondo de Cultura Económica aclaro, y no Ferrocarril, porque luego se confunden en mis textos, queriéndole adjuntar todo concepto teológico-político-sexual-partidista-ideológico cuando los usan tanto en tv y radio, que me dan risa sus vagas interpretaciones dolosamente intencionadas para querer hacerme enojar, logrando lo inverso: darme cuenta su ignorancia y su poca lectura, además de manipulación evidente; ya lo otro, vá intrínseco).

Al Sr. Moreno, posiblemente era él dentro de la Librería Ghandi, lo dejo no a mi imaginación sino a que no me constó porque iba en visita técnica y no de placer.

Con el Sr, Monsiváis, esa tarde todo mundo le miraba, quería preguntarle algo, cuando menos saludarle. El lo sabía y sólo se hacía güey, -cosa que sí notó cuando me reí al explicarle a mi novia cuando me preguntó: ¿oye…?, me adelanté y le contesté: ves al señor alto y canoso que está ahí (inmediatamente el Sr. Monsiváis paró oreja), es Carlos Monsiváis, y ves a todos los que están a su alrededor, bueno pués son personas que no lo han leído pero les da vergüenza decírselo y sólo admitir que le quieren saludar.
-¿Y tú, lo has leído?, me cuestionó.
-No, ni creo hacerlo por un par de años, pero me eché casi todas sus cápsulas de Ondas del Lago (una vieja estación de la Sra. Esposa del recién fallecido ex Secretario de Educación, la Sra. Vale, a quien extraño. Me refiero a la estación y a sus colaboradores), pero está irradiando mucha energía y mejor no molestarle pero no me daría vergüenza el simple saludo diciéndole que sólo lo conozco de nombre y nunca lo he leido, -acentué alzando mi voz y observando la sonrisa del ya fallecido cronista, quien acostumbraba no pelar a nadie pero estar perfectamente con plena noción de su entorno.

Menciono todo esto porque sigue habiendo una barrera entre escritor y potenciales e iniciados lectores, ávidos de que los orienten, los motiven ó simplemente rompan tal obstáculo para emprender el camino de la lectura.

Indudablemente habrá los excéntricos escritores, los uyuyui, los elitistas, los sencillos, los convencionales, los frívolos -que saludan hasta a la madrecita que ven a la salida vendiendo obleas ó posan para la foto-, en fin.

A lo que me refiero es que esta barrera crea y es parte, -aunque duela admitirlo, de que el potencial de personas bien intencionadas a leer aunque sea por intento que por costumbre desistan en el primero de ellos.

En el caso de Francisco M. Moreno, es un caso peculiar, posiblemente porque le ha tocado vivir la adversidad y ahora el éxito, y se ha mantenido humilde, sereno y franco, respetuoso de sus principios, pero accesible para compartir su punto de vista y su opinión, aunque haya “diferencias”.

Ya entrando en el tema que nos compete (¿cuál era? ¡Aaah, sí!: diferencias de opinión), las diferencias de opinión son un punto de caos en un país que no está preparado para pensar y disertar, para afrontar y solucionar, menos acostumbra a leer, mucho menos a cuestionarse, más bien a sentirse en ambiente, creando polémica y asumir “que conoce del tema” cuando sólo “de oídas” lo ha medio escuchado con el más radical de la tv ó de la estación de radio a quien le cree todo ó del reportero de prensa de su agrado ó del chisme de su predilección, y así se lanza al ruedo mitotero pero poco pensante.

Situación que lo único que origina es que de continuación a una sociedad todavía radical incapaz para que las personas se estimen, respeten, no se desquiten, no se humillen, no se maten, no se pongan trampas, ni se creen obstáculos, no se pongan el pié unos a otros, etc., etc., etc., a pesar de que haya una diferencia de opinión, cosa que hasta hoy, a mis 41 años, aún no percibo tal madurez, volcando a los que opinamos severamente de algo (lo admito), se nos busque para provocarnos, para utilizarnos como conejillos de indias ó carne de cañón de políticos, empresas, comunicadores, so pretexto inequívoco de que, preferible al perro que lo “quemen y madreen” que al político idiota e ignorante ó al reportero que sólo lee la nota del día pero que no conoce ni jota del tema que dice, pero que asume saber y que es del agrado de los telereceptores, por su sonrisa de pasta dental.

Esta, es nuestra sociedad real, y cuando hacemos uso de nuestro derecho de opinar, este comentario se torna ofensivo para la mayoría de la población de por sí ofendida con tanta injusticia, obscenidad y demás asuntos que la desgastan, pero ya erizada por el más mínimo motivo para que explote.

Además, el cinismo y moralina tanto de la sociedad mal informada como de los comunicadores de igual índole, junto a los políticos cuyo deporte es precisamente el de esas dos palabras, estamos en pañales culturales y educativos.

No confundir, lo he insistido desde tiempo atrás, la educación con la escuela. Son relacionadas pero una no es substituta ni obligación de la otra.

Siendo todavía más concretos, Francisco tiene toda la razón: aún es un sacrilegio el comentar algo de nuestros “santificados personajes históricos”, más aún cuando cada político del día proselitista huesudo electoral los usa para justificar sus carentes principios y valores personales pero le agrada compararse con alguien a quien la población sí recuerda ó identifica (aunque sea en estampita biográfica), y que aspira a que la gente lo recuerde igual, (incluso dispuesto a robar menos para aumentar su “raiting” de frivolidad narcisista), aún siquiera sin haber leído de tal prócer nacional estampado en una pésima síntesis biográfica por demás manipulatoria y absurda que venden en las papelerías y que hace a los iniciados escolatios un mar de tedio y odio hacia la historia por considerarla solemne y pecaminosa si pensamos en cómo “fornicaban” ó hacían el “11-12” nuestros héroes nacionales y extranjeros en un rato de calentura ó en un lapso entre bata y batalla. O cómo se coqueteaban entre aquél y aquélla, ó aquél con quién quiera que sea aquello.

Recuerdo que hace poco más de 1 año un jovenazo cliente casi egresado de Secundaria quien acudió a mi negocio a solicitarme un par de biografías. Entre ellas la de Josefa Ortíz. Acostumbraba a dejarles algo en la mente, lo suficiente para crearles esa “tentación mórbida” de investigación que tanta falta les hace a los escolatios y precísamente en ese instante hablé en voz lo suficientemente clara para comentar:
-¡aaah!, ¿por qué esta señora se lleva el crédito y no Leona Vicario, quien hasta su lana perdió?
Sí sabes por qué le dieron más crédito a una que a otra, porque Leona se cargó una imprenta dentro de su vestido, imagínate la cargada, pero la Ortiz, ¿Qué ofreció?
-Su casa, me contestó.
Sonreí y le contesté: -¡y también su cuerpo!, principalmente.
El muchachón se espantó porque sexualicé a un prócer asexuado de la otrora patria (y también de ahora) madreada, pero digna, solemne y seria como aquellas ceremonias donde todos de pié algún día nos echamos toda le ceremonia de los lunes, llenos de cuestionamientos (o de un buen “cotorreo” durante ella).

Un prócer que más bien se le dá el efecto multiplicador (posicionador anatómico Bustamantesco) absoluto, más cercano a los ángeles eclesiásticos inexistentes que a las personas frívolas que fueron, de tertulia más que de conocimiento, de chismería más que de rebelión, de “intereses personales” que les quitaban ó no les concedían, que por “intereses de la Nación” que ni los pelaba ó que ni se interesaba en que la rescataran ó la liberaran de un buen trato agobiante de los españoles quienes sí pagaban sueldos y quienes sí mantenían una posición un tanto más digna que la que acabamos teniendo después de la Independencia y peor aún, después de la Revolución.

Preferiría, admito, tener un concepto un tanto más cercano al de la Nueva España, histórica y económicamente hablando.

Y no duden que saldrán los pejelagartescos, los tricolorescos y los azulados en “defensa de la patria” porque “la patria es primero”, la holganazería de la mano, y la burocracia que le continúe, como su modus vivendis a su concepto retrógrada moralino que les precede.

Pués bien, continuando con mi estimado muchachón, se marchó todavía espantado de lo inconcebible que había escuchado de mi chacalera, sujeta a excomulgarse, impropia, proxeneta, pecaminosa, injuriosa y demás apelativos que pienso desconoce, de lo que emanó de mi voz (tal vez se fue con un: “pinche chismoso” ó un “a mí qué chingados me interesa”.

Y todo ¿por qué?
Porque “la estampita y el profe” canonizaron a la citada pero calenturienta prócer, que le soltaba el CAN al dudoso calvo comprador de placer casi diario, aunque le salía gratis, he de decirlo (Hidalgo, y dudoso porque no lo estaba), por un lado pero, por otro, le daba rienda suelta al General quien le apresó (me refiero a Allende; sí Allende apresó a Hidalgo, porque este güey casi pierde la Independencia, además de no quererla consumar de tajo desde 1811, y no echarse tantos muertos, como los que hoy hay, me refiero a los inocentes que ni la deben. De los demás, me dá igual).

Por este tipo de comentarios, tanto escritores respetables como el Sr. Monsiváis, y más el Sr. Moreno, el cuadro proteccionista preventivo y radical comienza a echar a andar su maquinaria manipulatoria hasta hacerlos trizas y llevarlos (ó tratar de hacerlo) a que los olviden, no vaya a ser que la población “se les rebele” ó se les salga de control por divulgar “secretos”. Aunque ya su cinismo llega a tanto que les vale sorbete si se les acusa de… ó de…, como ni los apresan ni les decomisan lo que se robaron, qué más dá.

Y por este tipo de comentarios también al perro le pasa igual.
He de decir que ésos a quienes se les conoce como “tiburones ó cocodrilos” son posteriormente los primeros que llegan a necesitar tanto de aquellos escritores otrora excluidos como del perro a quien le hurtaron todo lo ya históricamente redactado. Es “exactamente igual”.

Al Sr. Moreno, ojalá le vaya muy bien, que haya bonanza y, aún cuando haya tenido un tropiezo en el pasado (que espero no coincida con lo que pienso y espero equivocarme y pasar por imprudente), que la vida le premie con un par de décadas más para que concentre con toda su sapiencia y sencillez, -además de procurar transmitirla, a todos quienes se interesen por abrir las páginas de un libro. Mucho mejor si logra que sean los de su creación e investigación.

Retomando lo relativo a las “diferencias de opinión”, sólo puedo concluir este raquítico texto expresando lo siguiente, y producto de la inmadurez con que toman el hecho de que uno piense diferente ó conciba un camino que para otro pueda ser descabellado, inaudito, desafiante, retador u opuesto al decir que:

Por diferencias de opinión perdí a muchos a los que consideré amigos pero que se alejaron al saber que no tenía su misma religión. Peor aún: que no adoptaba, ni por creencia ni por interés, y no me interesa adoptar ninguna.

Por diferencias de opinión alejé a mujeres que vieron en mí al chofer ó al sujeto a manipular para hacer y controlar lo que no les permití controlar.

Por diferencias de opinión hizo distante mi número de colegas de quienes recibí poco pero a quienes ofrecí, a pesar de dicha diferencia, mi trabajo íntegro y desinteresado, no por ganarme su amistad, sino porque soy un profesional que acepta diferencias de opinión que no coinciden con la mía.

Por diferencias de opinión me despidieron de aquel despacho, aquel sr. Gerente, a quien ni siquiera traté, quien ni me conocía, ni platiqué o compartí mi opinión, pero quien concluyó diciendo: no queremos que contamines al resto de tus compañeros.
No sabía si era porque me llevaba impregnado cada cigarro que se fumaba él cuando entraba a su oficina, ó porque su afán de protagonismo y deseo de humillarme era tal que lo llevó incluso hasta a excluirme del equipo de basquetbol “del Despacho”, no de él. No recuerdo si el balón era de su propiedad como para decidir esto.

Y desconozco si sus diferencias de opinión fueron porque desconoció la felicitación del fallecido Socio (Sr. Burns, donde quiera que estés, que tu sabiduría me acompañe) hacia mi maltrecha y humillada persona, y el ultimátum si se pasaba de lanza conmigo ó contradecía la instrucción.

Por diferencias de opinión renuncié al Grupo de Autos, Inmobiliarias y Muebles donde no concebía ver a los pillos Gerentes Generales haciendo y deshaciendo a las empresas, simulando ventas ficticias.
¿Dónde he escuchado más recientemente esto?
(Recuerdo que a 2 de ellos sí los tomé infraganti, y lo demostré con evidencia).
Menos aún a parte de los Directivos menos agobiados, por un lado, por trabajar con el amargado pero chambeador Directivo, por otro lado. Aún recibiendo las críticas de que este perro era un mártir.
Aún me sigo cuestionando quién era más mártir, este perro ó aquel Directivo que aguantaba la carga martirizante de trabajo desigual. Yo pienso que él y todo se olvida al recibir la nómina quincenal, me queda claro.

Por diferencias de opinión me despidió aquel Gerente lleno de envidia, Gerente de Coca-Cola, producto de haber sido contratado directamente por su auditor externo, y haber sido autorizado de inmediato mi ingreso el Sr. Director General de la empresa -y esposo de la dueña, la Sra. Daisy, a quienes les echaron un rollo mareador de invención más que ridículo para ocultar aquel acoso y chingaderas que recibí, por diferencias de opinión.

Por diferencias de opinión el último Director General vió en riesgo su puesto y decidió despedirme, claro está que bajo el esquema de mandarme de vacaciones forzadas previas mientras redactaba con el abogado mi “convenio de despido” e inventaba al Director Corporativo y Vicepresidencia del país del Norte un rollo mareador y manipulador más que inventado.

Por diferencias de opinión ahora niega lo que en responsabilidad con aquella auditoría donde nunca quiso firmar pero que fue plenamente informado, como toda la empresa, con el fin de provocarles conciencia grupal, la cual nunca aceptaron pero sí al reclamar aquel bono que dicen les quité por “mi pendejada” y de la cual me cargó el muerto y casi la lana a mi persona porque quería que firmara de depositario de algo que otros y él depositaron de desorganización hasta antes de que yo llegara, a pesar de querer usar a mi hermano como escudo, razón de la cual me negué.

Por diferencias de opinión ahora busca una justificación para decir que lo difamo, que invento, que estoy buscando pleito y que me demandará, cuando fue evidente que buscaba substituirme con su hombre de confianza quien, por cierto le llevaba la contabilidad de su empresa, le otorgaba un sueldo mayor que el mío y de quien me exigió firmara un bono para él, mismo que de cualquier forma le otorgaría, aún cuando institucionalmente no le correspondía pero que se justifica simplemente con decir: aquí firmó el perro, y el perro renunció por su voluntad (-ésta es tu acta de despido, –¿Quieres que la firme Dr. Pi?, -sí perro, es lo mejor. –Si tú me lo pides, yo te prometí y dí mi palabra, dónde firmo, sólo páguenme todo lo que se debe pagar en ley, junto con mi bono y horas extra, no te preguntaré por qué el motivo. –Aún no hay resultados para el bono pero tienes mi palabra que se te pagará todo sin exclusión, sólo dá las gracias a todos. –Tienes mi palabra, sólo que no chismeen después, no quiero líos ni chismes. –Quieres fiesta de despedida, -me dá igual, no me interesa, -yo le pido que te la hagan, me dá igual, ya me despediste, justo el día anterior al de la famosa fiesta y en un periodo donde no contratan, con una testigo que nada tiene que ver y con una cantidad donde no aparece ni mi bono ni mis horas ni lo que te acabo de pedir, -tienes mi palabra perro, se te pagará todo. –Perderé mi derecho al seguro por despido y mis bienes si me despides y yo firmo, pero te dí mi palabra, ten tus hojas, entiendo que ya no soy bienvenido en esta empresa).

Por supuesto, esto fue caballeroso, ya después salieron las clásicas expresiones mexicanas: si protestas, te llevo a tribunales ó no te pago ni tu finiquito mediocre a la tercera parte de lo real, cuando menos. Y me refiero a su hombre de confianza, quien ya se regocijaba de tener mi puesto pero quien no lo recibió, por decisión divina de quien sí supo cómo pedirme que me fuera, con la promesa de hacer justicia tanto en forma, como en dinero y posiciones de puestos. Aunque esa justicia aún no llega, pero espero, soy muy paciente.

Por diferencias de opinión se mancharon (se excedieron y abusaron) mis clientes quienes no me pagaron las contabilidades, pretextando que “me tardaba mucho con un simple cálculo”, mismo que nunca les habían hecho sus anteriores y simulados Contadores. Menos aún esperar de éstos un papel que demostrase tal prontitud, comparada con mi trabajo.

Y me refiero a las trabas que puso el hermano de quien todavía considero mi amigo, pero más su amigo (quien de plano no me pagó), ambos transportistas. También me refiero al Sr. quien se presentó conmigo como prestador de servicios de alumbrado, pero en Baja California se identifica como movedor de tintes políticos. Por diferencias de opinión el Sr. y su esposa, los del lote de papelería embaucadora (por cierto amigos del Sr. Contador de confianza y de su manipuladora pareja a quien previamente me negué a ser manipulado, y a quien le retiré amablemente mi amistad (y “manto sagrado”), y de la cual me tomó un rencor, de ése, que sólo las mujeres relucen cuando ven mermados sus intereses ambiciosos para lograr sus expectativas.

Cosa curiosa, por diferencias de opinión salieron a relucir varios excompañeros de escuela a quienes ahora niega, por demás, de dudosa procedencia.

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Publicado la mañana del lunes 20-Feb-2012, donde las diferencias de opinión -y seguramente algo más, se desatarán). Hace unos minutos, - precedidos y transcurridos éstos por el clásico insomnio de resolver la planeación, pago y recompra con mis proveedores, cuando el dinero fluye pero otros lo detienen, una vez más tuve el agrado de escuchar al respetable escritor Francisco Martín Moreno, entrevistado por un periodista de Baja California, pero cuya retransmisión fue emitida por Radio Red en el programa del buen William Yarmes, estación que, precisamente, por diferencias de opinión entre ellos mismos, dejé de escuchar hace unos años, limitándome sólo a programas muy específicos de algunos de sus integrantes. Debo primero precisar que aún no leo absolutamente ningún libro de Francisco M.M., pero que prometo hacerlo, tal vez hasta el próximo año, uno a uno de sus III tomos más recientes y un poco de su literatura previa. También admito que coincido en un gran porcentaje con él pero aclaro que en este país, el adoptar una coincidencia ó una diferencia de opinión con alguien les vuelve a muchos “mexican fanatics” una interpretación radical y bizarra de enemistad, odio, envidia y posiciones no precisamente sexuales sino adversas conforme a la limitada lectura de ese gran porcentaje de la sociedad de nuestro país, aún deseosa de “echarse y desquitar” la despensa que le regalaron ó su falta de lectura mínima, pero incapaz de tener la iniciativa de escuchar, leer, investigar, cotejar y constatar lo que oye limitadamente y proveniente de muchas bocas, de lo que ya no podríamos decir ó llamarle “información”, sino distorsión total de la misma, punto que en lugar de enfurecerme me entristece. Aquí en México es: si estamos de acuerdo, “vente manita, manita” y si discrepamos “chinga tu madre culey”. Los primeros, en su clásica bolita envalentonada, típica del que se siente bien "machín" rodeado de sus compas, pero bien “putín” (no me refiero al ruso, aunque sus preferencias lo delatan) cuando anda solo. Así que mejor no doy cuerda a esta radicalidad, aunque ojalá algún día Francisco pueda compartirme parte de su experiencia para soportar todas las adversidades que él ha soportado para salir avante ante una “élite” literaria mexicana también discriminatoria de muchas otras personas que nos esforzamos por transmitir lo mucho ó poco que queremos expresar, bien o mal escrito, producto de mucha lectura, investigación, conversaciones, comprobaciones y demás, y con plena responsabilidad de saber que no sólo “es que dice…”, ”es que lo escuché de…”, sino también “lo leí” y “lo constaté”. En el mejor de los casos, “lo viví y lo comprobé”. Desde hace unos años, aún cuando nunca he leído a Francisco, sí lo he seguido en sus comentarios muy atinados, incluso desde antes de que le abrieran las puertas las televisoras (un tanto más los de Azteca, según he observado) y las radiodifusoras. Y precisamente por diferencias de opinión ó criticones escritores que se creen los “tlatoani” de la literatura mexicana, y que ven en él a un “sublevado” y obsceno” escritor, quizás más por envidia que por un comparativo de la calidad literaria y de investigación histórica. No estoy para defenderlo pero, si Francisco es lo que dicen que es ó lo que dijeron que era, entonces lo que este perro ha escrito está más que prosaico, infame, perverso sexual, degenerado, esquizoide, paranoico, transgredido, enfermizo, cuaco semental provocador de multiorgasmias femininas adolescentes, jóvenes, adultas, divorciadas, casadas, viudas, insatisfechas, similares y conexas, así como todos los similares y conexos que deben, creen ó quieran adjuntarle como adjetivos a los ya citados. Respeto mucho a Francisco porque, al igual que al Sr. –Monsiváis, nunca he leído un libro completo de ambos, lo cual no me apena decirlo. A ambos los he revisado en algunos textos publicados. Textos más bien relativos a crónicas, que son donde he puesto mayor atención. Con ambos me he topado en las librerías. Al Sr. Monsiváis, por ahí del 2007 quizás 2008, con mi novia, en la librería del FCC (es Fondo de Cultura Económica aclaro, y no Ferrocarril, porque luego se confunden en mis textos, queriéndole adjuntar todo concepto teológico-político-sexual-partidista-ideológico cuando los usan tanto en tv y radio, que me dan risa sus vagas interpretaciones dolosamente intencionadas para querer hacerme enojar, logrando lo inverso: darme cuenta su ignorancia y su poca lectura, además de manipulación evidente; ya lo otro, vá intrínseco). Al Sr. Moreno, posiblemente era él dentro de la Librería Ghandi, lo dejo no a mi imaginación sino a que no me constó porque iba en visita técnica y no de placer. Con el Sr, Monsiváis, esa tarde todo mundo le miraba, quería preguntarle algo, cuando menos saludarle. El lo sabía y sólo se hacía güey, -cosa que sí notó cuando me reí al explicarle a mi novia cuando me preguntó: ¿oye…?, me adelanté y le contesté: ves al señor alto y canoso que está ahí (inmediatamente el Sr. Monsiváis paró oreja), es Carlos Monsiváis, y ves a todos los que están a su alrededor, bueno pués son personas que no lo han leído pero les da vergüenza decírselo y sólo admitir que le quieren saludar. -¿Y tú, lo has leído?, me cuestionó. -No, ni creo hacerlo por un par de años, pero me eché casi todas sus cápsulas de Ondas del Lago (una vieja estación de la Sra. Esposa del recién fallecido ex Secretario de Educación, la Sra. Vale, a quien extraño. Me refiero a la estación y a sus colaboradores), pero está irradiando mucha energía y mejor no molestarle pero no me daría vergüenza el simple saludo diciéndole que sólo lo conozco de nombre y nunca lo he leido, -acentué alzando mi voz y observando la sonrisa del ya fallecido cronista, quien acostumbraba no pelar a nadie pero estar perfectamente con plena noción de su entorno. Menciono todo esto porque sigue habiendo una barrera entre escritor y potenciales e iniciados lectores, ávidos de que los orienten, los motiven ó simplemente rompan tal obstáculo para emprender el camino de la lectura. Indudablemente habrá los excéntricos escritores, los uyuyui, los elitistas, los sencillos, los convencionales, los frívolos -que saludan hasta a la madrecita que ven a la salida vendiendo obleas ó posan para la foto-, en fin. A lo que me refiero es que esta barrera crea y es parte, -aunque duela admitirlo, de que el potencial de personas bien intencionadas a leer aunque sea por intento que por costumbre desistan en el primero de ellos. En el caso de Francisco M. Moreno, es un caso peculiar, posiblemente porque le ha tocado vivir la adversidad y ahora el éxito, y se ha mantenido humilde, sereno y franco, respetuoso de sus principios, pero accesible para compartir su punto de vista y su opinión, aunque haya “diferencias”. Ya entrando en el tema que nos compete (¿cuál era? ¡Aaah, sí!: diferencias de opinión), las diferencias de opinión son un punto de caos en un país que no está preparado para pensar y disertar, para afrontar y solucionar, menos acostumbra a leer, mucho menos a cuestionarse, más bien a sentirse en ambiente, creando polémica y asumir “que conoce del tema” cuando sólo “de oídas” lo ha medio escuchado con el más radical de la tv ó de la estación de radio a quien le cree todo ó del reportero de prensa de su agrado ó del chisme de su predilección, y así se lanza al ruedo mitotero pero poco pensante. Situación que lo único que origina es que de continuación a una sociedad todavía radical incapaz para que las personas se estimen, respeten, no se desquiten, no se humillen, no se maten, no se pongan trampas, ni se creen obstáculos, no se pongan el pié unos a otros, etc., etc., etc., a pesar de que haya una diferencia de opinión, cosa que hasta hoy, a mis 41 años, aún no percibo tal madurez, volcando a los que opinamos severamente de algo (lo admito), se nos busque para provocarnos, para utilizarnos como conejillos de indias ó carne de cañón de políticos, empresas, comunicadores, so pretexto inequívoco de que, preferible al perro que lo “quemen y madreen” que al político idiota e ignorante ó al reportero que sólo lee la nota del día pero que no conoce ni jota del tema que dice, pero que asume saber y que es del agrado de los telereceptores, por su sonrisa de pasta dental. Esta, es nuestra sociedad real, y cuando hacemos uso de nuestro derecho de opinar, este comentario se torna ofensivo para la mayoría de la población de por sí ofendida con tanta injusticia, obscenidad y demás asuntos que la desgastan, pero ya erizada por el más mínimo motivo para que explote. Además, el cinismo y moralina tanto de la sociedad mal informada como de los comunicadores de igual índole, junto a los políticos cuyo deporte es precisamente el de esas dos palabras, estamos en pañales culturales y educativos. No confundir, lo he insistido desde tiempo atrás, la educación con la escuela. Son relacionadas pero una no es substituta ni obligación de la otra. Siendo todavía más concretos, Francisco tiene toda la razón: aún es un sacrilegio el comentar algo de nuestros “santificados personajes históricos”, más aún cuando cada político del día proselitista huesudo electoral los usa para justificar sus carentes principios y valores personales pero le agrada compararse con alguien a quien la población sí recuerda ó identifica (aunque sea en estampita biográfica), y que aspira a que la gente lo recuerde igual, (incluso dispuesto a robar menos para aumentar su “raiting” de frivolidad narcisista), aún siquiera sin haber leído de tal prócer nacional estampado en una pésima síntesis biográfica por demás manipulatoria y absurda que venden en las papelerías y que hace a los iniciados escolatios un mar de tedio y odio hacia la historia por considerarla solemne y pecaminosa si pensamos en cómo “fornicaban” ó hacían el “11-12” nuestros héroes nacionales y extranjeros en un rato de calentura ó en un lapso entre bata y batalla. O cómo se coqueteaban entre aquél y aquélla, ó aquél con quién quiera que sea aquello. Recuerdo que hace poco más de 1 año un jovenazo cliente casi egresado de Secundaria quien acudió a mi negocio a solicitarme un par de biografías. Entre ellas la de Josefa Ortíz. Acostumbraba a dejarles algo en la mente, lo suficiente para crearles esa “tentación mórbida” de investigación que tanta falta les hace a los escolatios y precísamente en ese instante hablé en voz lo suficientemente clara para comentar: -¡aaah!, ¿por qué esta señora se lleva el crédito y no Leona Vicario, quien hasta su lana perdió? Sí sabes por qué le dieron más crédito a una que a otra, porque Leona se cargó una imprenta dentro de su vestido, imagínate la cargada, pero la Ortiz, ¿Qué ofreció? -Su casa, me contestó. Sonreí y le contesté: -¡y también su cuerpo!, principalmente. El muchachón se espantó porque sexualicé a un prócer asexuado de la otrora patria (y también de ahora) madreada, pero digna, solemne y seria como aquellas ceremonias donde todos de pié algún día nos echamos toda le ceremonia de los lunes, llenos de cuestionamientos (o de un buen “cotorreo” durante ella). Un prócer que más bien se le dá el efecto multiplicador (posicionador anatómico Bustamantesco) absoluto, más cercano a los ángeles eclesiásticos inexistentes que a las personas frívolas que fueron, de tertulia más que de conocimiento, de chismería más que de rebelión, de “intereses personales” que les quitaban ó no les concedían, que por “intereses de la Nación” que ni los pelaba ó que ni se interesaba en que la rescataran ó la liberaran de un buen trato agobiante de los españoles quienes sí pagaban sueldos y quienes sí mantenían una posición un tanto más digna que la que acabamos teniendo después de la Independencia y peor aún, después de la Revolución. Preferiría, admito, tener un concepto un tanto más cercano al de la Nueva España, histórica y económicamente hablando. Y no duden que saldrán los pejelagartescos, los tricolorescos y los azulados en “defensa de la patria” porque “la patria es primero”, la holganazería de la mano, y la burocracia que le continúe, como su modus vivendis a su concepto retrógrada moralino que les precede. Pués bien, continuando con mi estimado muchachón, se marchó todavía espantado de lo inconcebible que había escuchado de mi chacalera, sujeta a excomulgarse, impropia, proxeneta, pecaminosa, injuriosa y demás apelativos que pienso desconoce, de lo que emanó de mi voz (tal vez se fue con un: “pinche chismoso” ó un “a mí qué chingados me interesa”. Y todo ¿por qué? Porque “la estampita y el profe” canonizaron a la citada pero calenturienta prócer, que le soltaba el CAN al dudoso calvo comprador de placer casi diario, aunque le salía gratis, he de decirlo (Hidalgo, y dudoso porque no lo estaba), por un lado pero, por otro, le daba rienda suelta al General quien le apresó (me refiero a Allende; sí Allende apresó a Hidalgo, porque este güey casi pierde la Independencia, además de no quererla consumar de tajo desde 1811, y no echarse tantos muertos, como los que hoy hay, me refiero a los inocentes que ni la deben. De los demás, me dá igual). Por este tipo de comentarios, tanto escritores respetables como el Sr. Monsiváis, y más el Sr. Moreno, el cuadro proteccionista preventivo y radical comienza a echar a andar su maquinaria manipulatoria hasta hacerlos trizas y llevarlos (ó tratar de hacerlo) a que los olviden, no vaya a ser que la población “se les rebele” ó se les salga de control por divulgar “secretos”. Aunque ya su cinismo llega a tanto que les vale sorbete si se les acusa de… ó de…, como ni los apresan ni les decomisan lo que se robaron, qué más dá. Y por este tipo de comentarios también al perro le pasa igual. He de decir que ésos a quienes se les conoce como “tiburones ó cocodrilos” son posteriormente los primeros que llegan a necesitar tanto de aquellos escritores otrora excluidos como del perro a quien le hurtaron todo lo ya históricamente redactado. Es “exactamente igual”. Al Sr. Moreno, ojalá le vaya muy bien, que haya bonanza y, aún cuando haya tenido un tropiezo en el pasado (que espero no coincida con lo que pienso y espero equivocarme y pasar por imprudente), que la vida le premie con un par de décadas más para que concentre con toda su sapiencia y sencillez, -además de procurar transmitirla, a todos quienes se interesen por abrir las páginas de un libro. Mucho mejor si logra que sean los de su creación e investigación. Retomando lo relativo a las “diferencias de opinión”, sólo puedo concluir este raquítico texto expresando lo siguiente, y producto de la inmadurez con que toman el hecho de que uno piense diferente ó conciba un camino que para otro pueda ser descabellado, inaudito, desafiante, retador u opuesto al decir que: Por diferencias de opinión perdí a muchos a los que consideré amigos pero que se alejaron al saber que no tenía su misma religión. Peor aún: que no adoptaba, ni por creencia ni por interés, y no me interesa adoptar ninguna. Por diferencias de opinión alejé a mujeres que vieron en mí al chofer ó al sujeto a manipular para hacer y controlar lo que no les permití controlar. Por diferencias de opinión hizo distante mi número de colegas de quienes recibí poco pero a quienes ofrecí, a pesar de dicha diferencia, mi trabajo íntegro y desinteresado, no por ganarme su amistad, sino porque soy un profesional que acepta diferencias de opinión que no coinciden con la mía. Por diferencias de opinión me despidieron de aquel despacho, aquel sr. Gerente, a quien ni siquiera traté, quien ni me conocía, ni platiqué o compartí mi opinión, pero quien concluyó diciendo: no queremos que contamines al resto de tus compañeros. No sabía si era porque me llevaba impregnado cada cigarro que se fumaba él cuando entraba a su oficina, ó porque su afán de protagonismo y deseo de humillarme era tal que lo llevó incluso hasta a excluirme del equipo de basquetbol “del Despacho”, no de él. No recuerdo si el balón era de su propiedad como para decidir esto. Y desconozco si sus diferencias de opinión fueron porque desconoció la felicitación del fallecido Socio (Sr. Burns, donde quiera que estés, que tu sabiduría me acompañe) hacia mi maltrecha y humillada persona, y el ultimátum si se pasaba de lanza conmigo ó contradecía la instrucción. Por diferencias de opinión renuncié al Grupo de Autos, Inmobiliarias y Muebles donde no concebía ver a los pillos Gerentes Generales haciendo y deshaciendo a las empresas, simulando ventas ficticias. ¿Dónde he escuchado más recientemente esto? (Recuerdo que a 2 de ellos sí los tomé infraganti, y lo demostré con evidencia). Menos aún a parte de los Directivos menos agobiados, por un lado, por trabajar con el amargado pero chambeador Directivo, por otro lado. Aún recibiendo las críticas de que este perro era un mártir. Aún me sigo cuestionando quién era más mártir, este perro ó aquel Directivo que aguantaba la carga martirizante de trabajo desigual. Yo pienso que él y todo se olvida al recibir la nómina quincenal, me queda claro. Por diferencias de opinión me despidió aquel Gerente lleno de envidia, Gerente de Coca-Cola, producto de haber sido contratado directamente por su auditor externo, y haber sido autorizado de inmediato mi ingreso el Sr. Director General de la empresa -y esposo de la dueña, la Sra. Daisy, a quienes les echaron un rollo mareador de invención más que ridículo para ocultar aquel acoso y chingaderas que recibí, por diferencias de opinión. Por diferencias de opinión el último Director General vió en riesgo su puesto y decidió despedirme, claro está que bajo el esquema de mandarme de vacaciones forzadas previas mientras redactaba con el abogado mi “convenio de despido” e inventaba al Director Corporativo y Vicepresidencia del país del Norte un rollo mareador y manipulador más que inventado. Por diferencias de opinión ahora niega lo que en responsabilidad con aquella auditoría donde nunca quiso firmar pero que fue plenamente informado, como toda la empresa, con el fin de provocarles conciencia grupal, la cual nunca aceptaron pero sí al reclamar aquel bono que dicen les quité por “mi pendejada” y de la cual me cargó el muerto y casi la lana a mi persona porque quería que firmara de depositario de algo que otros y él depositaron de desorganización hasta antes de que yo llegara, a pesar de querer usar a mi hermano como escudo, razón de la cual me negué. Por diferencias de opinión ahora busca una justificación para decir que lo difamo, que invento, que estoy buscando pleito y que me demandará, cuando fue evidente que buscaba substituirme con su hombre de confianza quien, por cierto le llevaba la contabilidad de su empresa, le otorgaba un sueldo mayor que el mío y de quien me exigió firmara un bono para él, mismo que de cualquier forma le otorgaría, aún cuando institucionalmente no le correspondía pero que se justifica simplemente con decir: aquí firmó el perro, y el perro renunció por su voluntad (-ésta es tu acta de despido, –¿Quieres que la firme Dr. Pi?, -sí perro, es lo mejor. –Si tú me lo pides, yo te prometí y dí mi palabra, dónde firmo, sólo páguenme todo lo que se debe pagar en ley, junto con mi bono y horas extra, no te preguntaré por qué el motivo. –Aún no hay resultados para el bono pero tienes mi palabra que se te pagará todo sin exclusión, sólo dá las gracias a todos. –Tienes mi palabra, sólo que no chismeen después, no quiero líos ni chismes. –Quieres fiesta de despedida, -me dá igual, no me interesa, -yo le pido que te la hagan, me dá igual, ya me despediste, justo el día anterior al de la famosa fiesta y en un periodo donde no contratan, con una testigo que nada tiene que ver y con una cantidad donde no aparece ni mi bono ni mis horas ni lo que te acabo de pedir, -tienes mi palabra perro, se te pagará todo. –Perderé mi derecho al seguro por despido y mis bienes si me despides y yo firmo, pero te dí mi palabra, ten tus hojas, entiendo que ya no soy bienvenido en esta empresa). Por supuesto, esto fue caballeroso, ya después salieron las clásicas expresiones mexicanas: si protestas, te llevo a tribunales ó no te pago ni tu finiquito mediocre a la tercera parte de lo real, cuando menos. Y me refiero a su hombre de confianza, quien ya se regocijaba de tener mi puesto pero quien no lo recibió, por decisión divina de quien sí supo cómo pedirme que me fuera, con la promesa de hacer justicia tanto en forma, como en dinero y posiciones de puestos. Aunque esa justicia aún no llega, pero espero, soy muy paciente. Por diferencias de opinión se mancharon (se excedieron y abusaron) mis clientes quienes no me pagaron las contabilidades, pretextando que “me tardaba mucho con un simple cálculo”, mismo que nunca les habían hecho sus anteriores y simulados Contadores. Menos aún esperar de éstos un papel que demostrase tal prontitud, comparada con mi trabajo. Y me refiero a las trabas que puso el hermano de quien todavía considero mi amigo, pero más su amigo (quien de plano no me pagó), ambos transportistas. También me refiero al Sr. quien se presentó conmigo como prestador de servicios de alumbrado, pero en Baja California se identifica como movedor de tintes políticos. Por diferencias de opinión el Sr. y su esposa, los del lote de papelería embaucadora (por cierto amigos del Sr. Contador de confianza y de su manipuladora pareja a quien previamente me negué a ser manipulado, y a quien le retiré amablemente mi amistad (y “manto sagrado”), y de la cual me tomó un rencor, de ése, que sólo las mujeres relucen cuando ven mermados sus intereses ambiciosos para lograr sus expectativas. Cosa curiosa, por diferencias de opinión salieron a relucir varios excompañeros de escuela a quienes ahora niega, por demás, de dudosa procedencia. 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