La semana pasada 3G Capital Inc vendió el 29% de Burger King Holdings Inc. a Justice Holdings por US$ 1.400 millones. Los principales inversionistas de 3G Capital Inc., entre los cuales se encuentra el multimillonario brasileño Jorge Paulo Lemann, son también accionistas de AB-InBev gracias a su participación en AmBev.
Esta venta, de por sí importante ya que supondría el paso previo para que Burger King cotizara de nuevo en la Bolsa de Nueva York, ha dado pié para que el banco KBC Groep NV vea en esta operación los preámbulos de una OPA de AB-InBev sobre su mayor competidor global SABMiller, según reporta Bloomberg.
Pero esta no es la única razón que tienen los analistas de KBC para argumentar esta OPA. Hace un par de semanas las familias belgas que fundaron Interbrew, germen de InBev, vendieron por US$ 292 millones un paquete de acciones de la farmacéutica UCB SA.
Así, los accionistas de referencia de AB-InBev en Brasil y Bélgica estarían recogiendo considerables cantidades de dinero con el fin de realizar una inyección de capital en AB-InBev con el fin de acometer un aumento de capital que facilitase la financiación de la OPA sobre SABMiller.
El paraíso de los financieros, el infierno de la industria
Esta noticia, que viene rondando por los bancos de inversión es prácticamente miel sobre hojuelas para los inversionistas, quienes incluso ya han valorado la transacción en US$ 80.000 millones.
Y es evidente, para UBS, KBC o cualquiera de los bancos de inversión gestionar una fusión de este tipo es un gran negocio, pero para la industria cervecera es una pésima noticia.
Y cuando hablamos de industria cubrimos todo el espectro: proveedores, cerveceras, distribuidores e incluso los consumidores. Una concentración de este tipo no conviene a nadie, y sobre todo cuando trae consigo un efecto dominó.
Los proveedores prácticamente en la indefensión
El poder de compra de un gigante de estas características sería tal que atentaría contra el ecosistema empresarial e incluso profesional de la industria.
Ya en varios mercados se han vivido las consecuencias de este tipo de fusiones o adquisiciones con la desaparición de pequeñas y medianas empresas, tanto de tecnología como de servicios, gracias a la concentración de la decisión de compra.
Incluso grandes empresas del sector como Tetra Pak siente ya el efecto de la concentración, en los últimos 20 años el 50% de su facturación paso de depender de 250 compradores a 45.
Sin duda, este fenómeno provocará la consecuente concentración de proveedores, lo que implicará menores oportunidades para los profesionales del sector.
Los consumidores también pierden
Al concentrarse las decisiones de innovación en pocos centros, la cercanía con el consumidor se perderá, con la consiguiente pérdida de diversidad de producto.
Uno o dos grandes fabricantes, uno o dos grandes distribuidores, pocos proveedores le hacen un flaco favor al consumidor, que ve mermadas su capacidad de elección real, es decir su poder frente a la industria
Es evidente que maximizar el dividendo es el objetivo de todo accionista, a corto plazo la concentración puede parecer la mejor forma de hacerlo, gracias a las sinergias de una gran operación, pero la concentración debe tener un límite antes de que sea contraproducente.