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Crónica de mis visitas y de cómo mejorar “la actitud de servicio” de mis clientes y de las colonias donde trabajo con mis negocios. 


(Texto escrito la madrugada del martes 28-Feb-2012 y publicado la tarde del sábado 3-Mar-2012, bajo un ambiente de revelaciones pasadas y documentadas ahora, junto al temor de unos cuantos POR LAS PLAGAS QUE LES LLEGAN).

 

Martes 28 de Febrero del 2012 18:18hrs
 
Lamentablemente los mexicanos, en su mayor parte (me excluyo y procuro no ser así) son una mezcla bizarra de “sentidos” y “farsantes” para eso de cumplir en tiempo y forma. Y se los dice alguien a quien le ha ido en feria eso de, si fallas, le llegas ó si no cumples, lo uso como pretexto para correrte. Dame armas y estás fuera, lo escuchamos muchas veces, cuando otros dormían gustosamente en su hamaca.
La idiosincrasia del mexicano es tan sentida, por un lado, pero tan …eeeeera por otro que, a los que nos esforzamos por cumplir, nos retacan con más ó nos quieren ver la cara de… ya saben qué (y no precisamente es de what!), y a los cínicos, se les sigue permitiendo que fallen y fallen y fallen.
Y cuando se les hace ver que: no cumpliste, tú fallaste, tú me dijiste que viniera este día y no cumpliste, etc., siempre nos salen con el clásico: yo no soy perfecto como tú, tal vez tú nunca tienes errores y toda esa moralina que conocemos plenamente, y a manera de querer voltear la tortilla cuando ya está quemada y perdida la credibilidad y confianza en quien dio su sincera palabra.
Amables lectores: todos fallamos, tenemos errores, unos graves, otros delicados, otros solucionables. La diferencia está cuando nos hacemos responsables de haberlos tenido, de afrontar el hecho y de no andar despotricando excusa alguna en lugar de afrontar el simple hecho de decir: te fallé y no te cumplí. Simple frase pero hace toda una diferencia entre la madurez de una persona y el resto de la población.
 
Mercado Interno inestable e irregular.
Claro, también influyó mucho el hecho de que he querido vender mis artículos de papelería ó mis alimentos pero me encuentro con la sorpresa de que llevan un par de años (o varios) operando sin permisos, sin equipo de protección, sin pagar servicios de luz (ó con diablito) ó simplemente: sin RFC (Registro Federal de Contribuyentes). Muchos de ellos, siempre diciéndome: no he vendido nada, pero lo raro es que siguen ahí.

Censo de contribuyentes.
Ahora vamos entendiendo, amables lectores, por qué uno avanza lentamente en los negocios cuando otros, repentinamente, aparecen con todo y equipo de alta tecnología pirateda.
Aaaah ¡qué perro tan envidioso!
No, simplemente es tan simple como decir que este perro envidioso sí está dado de alta en Hacienda, paga luz, derechos y demás, mientras algunos se ocupan de ocultar cómo hacen para no pagar cada una de estas obligaciones.
Eso sí, cuando nos retrasamos, a los primeros que nos vá como en feria es a los que sí estamos dados de alta con Susy; perdón, digo, con Lolita. Porque a los otros “por obra del espíritu sanctis occisis” jamás les visitan para verificar que estén en orden.
Aquí sí les otorgo y concedo a las empresas perfectamente dadas de alta y establecidas, sean chicas o monstruos que quieren devorarme (lo que sean) pero, cuando menos, están dados de alta. Ya si pagan o no, si es correcto o es más, es otro boleto.
El problema se crea para los que somos microempresarios y buscamos formar un sólido conjunto uniendo esfuerzos y logrando mejorías tanto en productos, servicio, regulaciones, especificaciones y demás, cuando nos invade un cúmulo de “comerciantes” irregulares, que no pagan derechos, sin inscripción en Hacienda, que se vuelan la luz y, en el mejor de los casos, dentro de un local, porque en el peor, como ambulantes irreverentes, irrespetuosos, amenazantes y anárquicos que se creen dueños de las calles.
¿Intereses políticos? Sí, en parte. Son los peones que informan y cobran.
 
Expectativas y crecimiento.
Por el otro, es justo comentar que otros de mis clientes van desarrollándose bastante bien, lo cual me dá gusto. El Sr. X ya avanzó un buen trecho (y vá por avanzar aún más).
De los nuevos que he hecho, en el área de materiales, la experiencia los respalda. Yo sólo les complemento apoyando en que su efectivo no sea a precio de gran volumen sino por pequeñas cantidades de papelería.
De los que están en el área de alimentos, pienso que todavía puedo ser más útil tanto a ellos como a muchos más.
Sin embargo, eso del precio sin importar si la vaca está más sana y da leche más nutritiva cuesta que lo entiendan. No es sencillo llegar a la reflexión de analizar el por qué la vaca que vende mucho hace una leche menos nutriente que la que yo vendo. O que la miel que tengo es directa de panal, sin agregar mascabado ó endulzante, como algunas que las rebajan y venden como si fueran 100% miel de abeja. Sólo que la mía duplica el precio de la que le agregan 50% mascabado, pero que está “bara bara”, sin darse cuenta que están comiendo absolutamente azúcar pura (ó pura azúcar) y de la peor.
 
Recientemente, un cliente me comentó que prefiere la leche del rancho cercano a un antiguo pueblito de por aquí.
Respeto su observación y la tomo en cuenta si, como entendí, fue por la comparación en el sabor y tal vez en mayor medida, por los precios.
El problema radica en que desconozco si esas vacas del aquel rancho están certificadas, limpias (tanto de piel como de sus ubres), vacunadas, comen sólo pasto y buen forraje, y demás. Las de “Flor de Alfalfa sí me constan” pero las del rancho no lo sé. No descarto que esté buena su leche pero puede ser riesgosa.
Son diferencias que no se toman en consideración ó que no interesan, más por indiferencia que por ignorancia.
También me consta que ya puedo competir con Alpura ó Lala, pero indudablemente estas marcas venden como si la vaca diera leche equivalente a 5 raciones en lugar de una, desconozco si por forzarlas, por inyectarles esteroides u hormonas ó forrajes preparados, pero no es normal que den tanta leche. Por otro lado, hay que admitir que su producción les ha dado una posición respetable en el mercado, aunque en detrimento en la porción nutrimental de su leche, claro está.
En estos aspectos es ahora donde me he topado tanto con mitos como con engaños, incluso donde algunos clientes prefieren ni siquiera escuchar las bondades no sólo de mis productos sino de, cuando menos, los parámetros mínimos para que ellos mismos revisen “las etiquetas”.
Y al público en general (consumidor final) lamentablemente le importa un bledo si se toma la leche ó se come el queso más corriente, grasoso ó poco cremoso (pero bien barato) que fabrica la empresa que vende de a m… uchos, pero nutre a pocos, entre mezclas de espesantes, colorantes, hormonas, soya y almidón, además de un fuerte preservativo, para que no se echen a perder, claro está. Eso sí, de a $30 pesos.
 
No se trata de condenar a todos los productos, de eso que le llaman algo así como “satanizarlos”, término que más bien parece la lucha del bien contra el mal.
No, no es la idea.
Más bien es de informar correctamente, y de no comprar algo si no es lo que se dice ser.
Esa es la única arma del público en general.
El problema es que no la usa y se deja manipular (generalmente por unos pastelitos cremosos de “a grapa”), para sabotear a quien quiere hacerle la competencia al de los pastelitos olvidándose del por qué se corrompió y sin cuestionar ¿por qué? si ni siquiera ha probado lo que ya saboteó.
 
Regulaciones desreguladas.
Y la COFEPRIS, brillando por su ausencia, entre haciéndose la occisa, -como que la virgen le habla, y en estado de indiferencia total, porque se le olvida que sirve para regular precisamente eso, y no los intereses de las empresas que les pagan las campañas políticas.
Y la PROFECO peor tantito, mientras no tenga autoridad propia, por muy buenos que sean sus estudios de calidad, sus buenas fichas técnicas y sus comparativos con estándares internacionales, más del 70% de las empresas se los pasan por… ya saben dónde.
Y mientras mi crema tiene ese grado ácido y fuerte de una crema mucho más consistente, otros fabricantes le pusieron almidón y blanqueador. Claro, para lucir más cremosa y relucir de blancura, pero con sabor a m…
Y aquí me detengo para subrayar que: esto no es de marcas, es de hábitos entre los mexicanos consumidores a discreción pero carentes de reflexión.
La ignorancia no es de quien los vende (saben perfectamente qué venden) sino de los consumidores, al no saber qué compran ó peor aún, que sabiendo, les da flojera investigar y comparar (llévate la que sea. Total: si me he de morir mañana, que me mate la crema de una vez. Válentina, Valentina). Eso de vivir entre el “Torito” y no evolucionar en pensamiento, también es síntoma inequívoco de nuestro subdesarrollo, y no precisamente se debe a los políticos, aunque lo procuran, claro está. Se debe a la sociedad que no quiere desarrollarse, que permanece en ese estado de comfort que le cubre y, mientras le cubra, que ch…amusque su m…iscelánea, mientras no sea la mía.
 
Riesgos y enfermedades, resultado de la omisión:
Ahí surge la obesidad, la diabetes y demás enfermedades.
Y luego se preguntan:
-¿Por qué estoy gordo mami?
-Porque así te hizo diosito mijo, así lo quiso él.
 
Naranjas (no, nel, ninne, niguas, nief, nel), semejante mozalbete descuidado y con madre, o mejor dicho con su imagen materna pero carente de la misma.
 
Sólo conozco a un grupo de sanas personas que padecen diabetes y generalmente derivada más por herencia genética que por descuido en su alimentación. Otras tantas porque ingirieron alguna enzima que detonó un cuadro diabético digamos que intencional ó doloso.
Pero el resto de la población, es por descuido en su alimentación y hábitos de nutrición.
Y aclaro que no es por precio, porque mis precios están competitivos, así como los de muchos alimentos, no sólo los que vendo yo.
 
Pero este país es el del “marchante” (merchant) y del “regateo” (miau, miau, re-gateo), cuando se fijan precios. Cierto, hay quienes se manchan al fijarlo, pero no se desquiten con uno que incluso los vuelve más competitivos cuando los establece.
 
Posición Financiera:
No es mi deseo hacer este texto tan sórdido y aburrido así que sólo me resta sintetizar la posición (económica, claro está) en que se encuentran mis líneas de negocio:
Aún frágil, pero desarrollando lo que estaba detenido, en crecimiento sostenido lo que se echó a andar desde el año pasado pero, y sobre todo, un mayor interés de algunos proveedores que no creían en este perro y que ahora retomaron este proyecto, así como otros nuevos que coinciden en que sólo así podemos avanzar más firme, uniendo “productos-servicios-conocimiento-honestidad-precio-nutrición-responsabilidad social”.
Y ha sido grato que, a últimas fechas, ahora algunos me busquen para unirse a esto catalogado por detractores como “tan absurdo” que alguna vez se le criticó al lunático perro de que no era viable, y de que mejor el presupuesto anual de la Federación y los sistemas de créditos y financiamiento se gastaran en bares, mujeres, gritos y ausencias de los políticos, en lugar de invertirlo en incentivar el mercado y consumo internos.
 
Proyección:
Apenas empezamos esta larga travesía, pero ya cruzamos un chorro de vicisitudes (adversidades), sin contar con las que falta afrontar.
Por ahí he escuchado algo así como “otro apretón de tuercas”. No me gusta la frase pero entiendo el significado.
Más bien fue colocación de llanta de refacción y compra de una nueva.
Pero esto ya camina; modesto, austero, con liquidez limitada, pero circulando efectivo por producto, calidad, nutrición y precio contra engaño de excesiva y dolosa publicidad de medias verdades por parte de las marcas ya conocidas.
 
Lo positivo:
Que cuando cada cliente prueba y comprueba tanto sabor como bondades de nuestros productos, ya le es difícil el dejarlos y ya pide (más bien nos exige) con justa razón, de que sea el mismo que le surtimos. De lo contrario, no comprará el de las marcas habituales.
 
Beneficios de nuestros productos:
Han contribuido a elevar la calidad del resto del platillo que se prepara, incentivando un mejor sabor, complementando un mejor preparado, siendo base de otros, da confianza, y para nada se rechaza el precio al conocerlo y constatar que con el nuestro sus guisos, platillos, complementos, salud y demás salen mejor que con otras marcas (satisfacción del cliente).
 
Ahí le dejamos por hoy.